Érase una vez un maravilloso grupo de alumnos de un instituto de la zona norte de Madrid llamado Gonzalo Torrente Ballester, que decidió emprender un viaje en representación de la corte a tierras italianas.
Sin saber cómo, aparecieron en un aeropuerto muy lejos de sus maletas. Mientras unos las hallaban, otros recorrieron largos kilómetros hasta dar con ellas. "Cogedlas, cogedlas"- gritaba una de las princesas. "¿No veis que esos son los baúles gigantes y encantados de las pequeñas damas?"
Finalmente, las damas, los caballeros, las princesas y el príncipe se dispusieron a empezar su aventura y camino de aprendizaje. "¿Dónde está la calesa?"- preguntó el caballero Achútegui, conocedor de rutas y mapas. "Es negra"- respondió la princesa rubia. Sólo unos instantes después, al fondo apareció la carroza que les llevaría hasta su residencia, muy cerca de la mítica estación de Termini.
Dada la importancia de su misión, sólo dejaron su equipaje en el palacio Floridia, pues debían empezar a buscar los tesoros que escondía la eterna ciudad. La primera parada era la iglesia de Santa Maria della Vitoria: una famosa escultura barroca les aguardaba en el interior. Solo el maestro Bernini puede plasmar así el éxtasis místico de una doctora de la Iglesia.
- ¡Disculpen, princesas y príncipe! ¿Es suficiente para un ser humano disfrutar de un solo Bernini?- preguntó la dama Doña Lara.
-¡No, pardiez!- respondió el príncipe acalorado - abejas y Tritones nos esperan.
Así, la representación de 59 miembros continuó la marcha hasta la Piazza Barberini. Allí decidieron inmortalizar por primera vez como grupo su viaje de corte.
- ¿Nadie ha traído los óleos y los lienzo? - lanzó al vuelo el Caballero don David.
- ¡Qué poco te interesas por el progreso! - respondió Don Gus y Gus.- Ahora hacemos retratos con estas pequeñas máquinas diabólicas que funcionan mediante un enano diminuto llamado píxel.
Aunque el hambre hacía mella, nuestros protagonistas siguieron avanzando por la ciudad hasta llegar al lugar donde debían presentar sus respetos: La piazza di Spagna. Damas y caballeros bajaron la escalinata que otrora se construyó para comunicar la embajada española con la Iglesia de las Trinitarias. Sedosos trajes, exuberantes casacas y barrocos tocados fueron exhibidos a lo largo de la improvisada pasarela.
Y como allá donde fueres haz lo que vieres, el grupo decidió reponer energías con suculentos trozos de pizza para fortalecer el espíritu y dar lo mejor de ellos mismos en la segunda parte de estar primera jornada.
- ¿No hay más barroco? - inquirió la más Enolas de entré las Enolas.
- Tssssssss, aguarda, pequeña, y verás - le respondió la princesa morena.
Calles estrechas, suelo adoquinado, colores tierra, iglesias, tenderetes de artesanía y visitantes de otras ciudades son las claves que conducen hasta uno de los emblemas de la ciudad: La fontanal di Trevi. Algunos sorprendidos y otros entusiasmados caen hechizados ante el poder de Neptuno y la fuerza del Océano. Destacó la impresión que la fuente causó en uno de los miembros de la corte: Don Jorge Osuna de la familia A, puesto que fue guiado con los ojos cerrados hasta encontrarse de frente con el arte de Nicola Salvi. ¡Flashes y monedas o monedas y flashes! Nuestros viajantes solo podían pensar en cómo asegurarse el derecho de Tornada.
A continuación, atraídos por la luz cegadora de todos los dioses aparecieron en otro mágico lugar. La columnata exterior corintia era atractiva, pero la cúpula interior los cautivó para siempre. Se encontraban en el Pantheon de Agripa.
- Esto es una iglesia; ¡ragazzi confusione! - dijo la guardiana del templo ante los murmullos incesantes de la corte.
Al salir, se oían todo tiempo de conversaciones. La siempre incisiva Doña Paula de las Lillos exclamó al salir:
- Esto no podría construirse en nuestros días. ¡Con lo cara que está la mano de obra y con lo mal que se construye ahora!
Ya sólo les faltaba completar una misión aquel día. Debían conocer, además de la plaza barroca por excelencia, otro arte más popular: el de los artistas de Piazza Navona. Antes de disfrutar de un rato de asueto, escucharon atentamente la breve historia sobre el enfrentamiento entre dos genios del Barroco: el ya conocido Bernini y su archienemigo Borromini. Dado que fue este último quien construyó la fachada de la Iglesia de Santa Inés en Agona, Bernini "se vengó" con una de sus figuras de La fuente de los Cuatro Ríos que preside la plaza y que parece mostrar un rechazo frontal al edificio de Borromini.
Tras un descanso entre cafés, láminas, fotos, risas y música, optaron por dar por concluida la primera jornada. No obstante, antes tenían que volver al palacio donde se hospedarían, esta vez en un medio de locomoción distinto: carruajes subterráneos más antiguos que los que ellos conocían. Dado el número de habitantes romanos que a esa hora volvían a sus hogares, el grupo tuvo que dividirse y decidieron emprender una competición para ver quién llegaba antes a su residencia italiana. La princesa morena y el príncipe toman un camino; la princesa rubia, otro. Estos últimos ganan la carrera y los otros llegan un poco más tarde. ¡Pobres! ¡Qué culpa tenían ellos de querer ver el otro lado de la estación de Términi! ¡Menos mal que Don Miguel Achútegui estaba con ellos!
CONTINUARÁ...
Hola, soy el padre de Laura Acuña, siguen sin verse las posibles fotos. A ver si podéis solucionarlo porque seria interesante poder verlas. Gracias.
ResponderEliminarNo sé si va a ser posible ver fotos colgadas en el blog. Vicente lo está intentando pero hay problemas con la conexión a internet, ya que el hotel no tiene. Me ha mandado una por whatsapp pero creo que no es posible que yo la cuelgue en los comentarios. Así que lamentándolo mucho no se si será finalmente posible.
ResponderEliminarEn todo caso lo importante es que todos están bien, se lo están pasando fenomenal y están encantados. Las fotos las podremos ver cuando vuelvan.
Un abrazo para todos
Genial el relato del día de ayer!! Graciosísimo!! :)
ResponderEliminarLástima lo de las fotos :(
Buona notte!!
Besos!!
Me ha encantado el relato. Me alegra saber que el príncipe y las princesas, morena y rubia, contribuyen a que el viaje resulte inolvidable. Seguir pasándolo tan bien rapazas! !!
ResponderEliminarSoy Lucía, la hermana de Lara. Me encanta lo que escribes!!!! Muchísimas gracias :)
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